De allá y de más allá

De Buenos Aires a Italia

Por Flavia de la Fuente (y Stendhal)

Primera parte: Buenos Aires

No me gusta ir a Buenos Aires. Me pone los pelos de punta. Si me quedo encerrada en el departamento me deprimo, si salgo me asusto. Me aturde el ruido del tránsito, me arden los ojos por la polución, me da una pena enorme la cantidad de mendigos que me piden dinero para comer y de gente que duerme en la calle. No sé si los que viven allá se dan cuenta, pero es una ciudad tremenda. Tiene algo de apocalíptico. Es Blade Runner. Acaso se sienta más cuando uno vive en un médano como nosotros. La llegada siempre es brutal. Bajamos de la autopista, y lo primero que vemos es a un joven hurgando en la basura, a eso de las 14 hs, a pleno día. En noviembre de 2006, invitados por la Universidad del Cine, paramos en el Hotel Elevage, en Maipú y Marcelo T. de Alvear. A pocos metros, al reparo, bajo una galería dormían unas cincuenta personas. Una imagen escalofriante. Para darme una alegría, en uno de esos deliciosos días primaverales, mi amiga Gabriela me llevó a pasear por el Rosedal. Nunca lo vi tan lujurioso y eso que era una habitué (solía ir a caminar todos los días). Agapantos, lirios y las esperadas rosas por todos lados. Todo pintadito y restaurado. Pero tanto esplendor afrancesado me dolía al pensar en lo que había visto la noche anterior. Tanta belleza y tanta pobreza. Algo no está bien. Algo está muy mal. Y no soy la única que tiene esas visiones horrorosas. Un año antes, en la primavera de 2005, el cineasta israelí Avi Mograbi nos preguntaba cómo se hacía para convivir con tanta miseria, que necesariamente había que volverse insensible. Avi había visto las dos caras de la ciudad, lo que no suele ocurrir con los amigos extranjeros que se atiborran de vinos de 200 pesos la botella y de carne para turistas. Avi se había enamorado de Palermo bajo el sol del 12 de octubre (aunque le extrañaba que festejáramos esa efeméride) y espantado con las imágenes de Constitución un día de semana por la noche con los niños pidiendo limosna en el medio de la 9 de Julio. Nos preguntaba: “¿Y el gobierno no hace nada? ¿Qué hacen estos chicos, a estas horas, solos en la calle?” Y se fue de Buenos Aires triste y resignado a volver a su propio infierno. Y, mientras tanto, cada vez hay más restaurantes y bares. Cada vez más sofisticados. Cada vez más caros. Siento que la ciudad ya no me pertenece, que es para otros. No sé bien para quién es. Supongo que para los turistas o para los ricos. Pero no para nosotros. Nos dejaron afuera. Con lo que gastamos en viajar en taxi (sí, tenemos esa mala costumbre de clase media) nos alimentamos durante dos días enteros en San Clemente. Los tacheros están locos, el tránsito es insoportable. El subte es un infierno. El otro día Q vivió la siguiente experiencia. Tenía que ir al centro y como llovía fuerte decidió tomar el subte dada la escasez de taxis en las calles. Me cuenta mi bienamado que mientras viajaba en un tren del subte D escuchó el siguiente mensaje por los altoparlantes: “Las líneas B, C y Premetro están suspendidas por razones climáticas.” Q regresó a casa escandalizado y me dijo: “Yo no entiendo nada. Lo que se interrumpe por razones climáticas son los partidos de fútbol, no las líneas de subte”. Y para colmo, no hay nada para ver en el cine. Detesto el teatro y todos los espectáculos en vivo. Pero todavía están las librerías, algunos pocos amigos y lo que queda de la familia. Por ejemplo, en el último viaje, nos encontramos por primera vez desde que hacemos LLP con Tomás. Fue lindo vernos las caras después de muchos años y comentar la nueva experiencia. También fuimos a Guadalquivir, una parada obligada de cada viaje a Buenos Aires y estuvimos con nuestro amigo y librero Pablo quien, además de ser una de las personas más cálidas que conozco, siempre me recomienda buenos libros. Esta vez me dijo que debía leer ya mismo Roma, Nápoles y Florencia de Stendhal, que era burbujeante, que me iba a encantar. Así que llegué a San Clemente y lo primero que hice fue abrir el libro. Y todo es tan actual, me hizo acordar a los comentarios melancólicos de Tomás, a las milanesas, a lo podrido que está todo en el mundo, a la envidia ambiente. En fin, una lectura vivificante.

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Segunda parte: Italia

Tal como le prometí a Pablo, llegué a mi casa de San Clemente y me puse a leer Roma, Nápoles y Florencia.

 

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El libro comienza cuando al joven Stendhal, de veintiséis años, le dan una licencia de cuatro meses en el ejército:

 

Berlín, 2 de septiembre de 1816. –Abro la carta que me concede un permiso de cuatro meses. Arrebatos de alegría, palpitaciones del corazón. ¡Qué loco soy todavía con veintiséis años! !Así que veré la bella Italia! Pero me ando con buen cuidado de disimular ante el ministro: los eunucos están en cólera permanente contra los libertinos. Cuento incluso con dos meses de frío a mi regreso. Pero este viaje me complace demasiado; y ¿quién sabe si el mundo durará tres semanas?

Y, como alguien que estuvo en la guerra o encerrado en un hospital, encuentra la vida maravillosa en Italia. Todo le parece hermoso. Asiste cada día a la Scala, se enamora de la belleza de las mujeres, de la arquitectura, del carácter de los italianos y no puede evitar comparar constantemente a este país con Francia e Inglaterra, que describe como tierras de espíritus secos y reprimidos. Pero no todo le parecen agapantos.

Va un minidiccionario de bolsillo Stendhal con algunas impresiones más bien mordaces sobre Italia.

Literatura: Italia no tendrá literatura sino después de las dos Cámaras; mientras tanto, todo lo que se hace aquí no es más que falsa cultura, literatura de academia. Un hombre genial puede abrir brecha por en medio de la insulsez general (…) La ignorancia, la pereza y la voluptuosidad son tales entre los jóvenes italianos que hace falta un largo siglo antes de que Italia esté a la altura de las dos Cámaras.

Música: Dejemos los temas tristes; hablemos de música: es el único arte que vive todavía en Italia. Exceptuando a un hombre único, encontraréis aquí pintores y escultores como los hay en París y en Londres: gentes que piensan en el dinero. La música, por el contrario, tiene aún un poco de ese fuego creador que animó sucesivamente en este país a Dante, a Rafael, la poesía, la pintura, y por fin a los Pergolesi y los Cimarosa.

Pintura: (…) La pintura está muerta y enterrada… y la escultura está tan muerta en Italia como el arte de los Correggio…

Amor: Únicamente la música vive en Italia y, en este bello país, no hay que hacer más que el amor; a los demás disfrutes del alma se le ponen estorbos; aquí uno muere envenenado de melancolía si se es ciudadano. La desconfianza extingue la amistad; en cambio, el amor aquí es delicioso; en otras partes, no tienen más que la copia.

Alta sociedad: Por una disposición instintiva, que he observado claramente esta noche en el barón Koenigsfeld, estos seres, todo alma, molestan a las personas de la más alta sociedad a las que les falta un poco la inteligencia: les hacen falta talentos aprendidos; encuentran el exceso en todo lo que es inspirado.

Helados: En los palcos, a mitad de la velada, el caballero sirviente de la dama manda por lo general que traigan helados; hay siempre alguna apuesta en curso, y se apuestan siempre sorbetes, que son divinos; los hay de tres clases: gelati, crepè y pezzi duri; es un excelente descubrimiento. Yo todavía no he decidido cuál es la mejor clase, y todas las noches me pongo a la obra.

Compatriotas: …un francés en Italia, encuentra el secreto para aniquilar mi felicidad en un instante.

Envidia: ¡Cuánta gente interesada en decir cosas horribles de un hombre genial que se burla de todas las preeminencias sociales! Puede decirse que, en este siglo de alabanzas mendigadas, de compadreo y de periodismos, la envidia es la única señal cierta de un gran mérito.

Pasión: La pasión aquí no se afana nunca en ser elegante. Claro que, ¿qué es una pasión que se puede permitir pensar en algo extraño a sí misma?

Bueno, es todo por hoy. No sé qué harán ustedes. Pero yo, por mi parte, pasaré el resto de la tarde con lo que me falta leer de Stendhal.

Fotos: Flavia de la Fuente

42 respuestas to “De allá y de más allá”

  1. Ariel Says:

    Antenoche vi «Sobreviven» (esa de los anteojos que muestran la «verdadera realidad»). No me pareció buena, pero tenía algo que perduró en mí. Así, cuando ayer salí a la calle, me encontré con el conocido grupo de mendigos que duermen ya en la vereda ya en la plazoleta. El dolor de siempre. A pocas cuadras, mientras buscaba desesperadamente a alguien que me arreglara la computadora, llegué al Solar de la Abadía, con sus señoras, señores y vástagos, vestidos con blandas prendas de color pastel. Pensé: «Si tuviera esos anteojos, seguro vería sus horrorosas caras».
    Tengo la convicción de que hay que hacer cosas muy miserables para acceder al lujo que hoy, plena era K, se ostenta como en los tiempos de M.

  2. Marcelo Says:

    ¡qué envidia que hayan podido irse de Buenos Aires a la costa!
    Es el sueño de mi vida que espero realizar alguna vez.
    Y me alegra haberlos encontrado por la net.
    Los extrañé en el Amante y dejé de comprarla.
    Les mando un abrazo.

    tomaré en cuenta el consejo sobre el libro!

  3. janfiloso Says:

    entiendo lo que decís flavia y cómo no compartirlo; pero el comentario de marcelo me lleva a proponerte el siguiente tema de reflexión a vos que tenés ambas experiencias : vivirías en las dunas si no pudieras volver de vez en vez a baires ? o, ¿ es un sueño vivir en la costa ?

  4. charendon Says:

    Aunque tu post no tiene una condena clara a los que vivimos en Buenos Aires, la misma esta allí latente. Y molesta, aunque habrá que bancársela porque el sitio éste es muy bueno. Tu amigo Mograbi hace su crítica y vuelve a su «ethnic cleansing» (llamarlo figurativamente infierno es escaparle a las cosas). Buenos Aires podría (es decir, tiene suficiente presupuesto financiado por sus habitantes para) sacar a todos los chicos que hoy están en la calle y asegurar camas en hoteles de tránsito a todos los «homeless» que esta noche duerman en la calle. Pero pareciera que los funcionarios/asistentes sociales no tienen ningún convencimiento sobre la utilidad de hacerlo (y es probable que en algo haya que compartir esa opinión). Es el país todo, no Buenos Aires, el que tiene el problema de haber expulsado al 20/30% de su población «del sistema». Saludos

  5. la condesa sangrienta Says:

    Flavia: de los dos finales de Blade Runner, ud y yo optamos por el de la fuga a la luz. El más hollywoodense a mi entender, pero el más terapéutico en esta realidad que nos toca (o nos atropella).

  6. Juan Gonzalez Says:

    De los muchos ensayos que es tu ensayo me ocuparé principalmente de la segunda parte.
    Con respecto a la primera no podré aportar nada; vivo acá desde siempre y adoro mi ciudad, aún conociendo lo que no me escapa. Viviría sin duda temporadas en parajes alejados si mi trabajo me lo permitiera.

    Con respecto a la segunda, comparto el amor absoluto por Guadalquivir -«joyería» según dueña de librería muy conocida-y la admiración y aprecio por Pablo, un librero de los que no hay y una persona con una humildad directamente proporcional a su sabiduría. Le debo muchos libros y una enorme gratitud con mi trabajo, así que celebro mucho los comentarios que le tocan.

    Lo de Stendhal, sublime.

  7. estrella Says:

    Leer lo que escribió Flavia (a la que sigo desde la época en que escribía mes a mes en El Amante), ver las fotos de los lectores provisorios, poder escribir estas líneas casi a las dos de la mañana, e intercambiar ideas o comentarios con negras enanas, condesas, filosos, Juanes, Marrcelos y Pablos hacen que uno se sienta menos solo en esta ciudad «tremenda» y por momentos apocalíptica, pero querida al fin: «porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy…».

    El país de las últimas cosas, de Auster; Ensayo sobre la ceguera de Saramago: ahí también está la misteriosa y cruel Buenos Aires.

  8. Juan Gonzalez Says:

    Y Las ciudades invisibles, de Calvino.
    Ahí también está la mágica Buenos Aires, capaz de reinventarse en segundos y de tener siempre una esquina guardada para cuando creas que no quedaba otra cosa.
    Gracias.

  9. Juan Gonzalez Says:

    P. d.:

    Lo que el dirije el relato no es la voz sino el oído.

    Eso es de Las ciudades invisibles de Calvino y lo dice Marco luego de narrar sus viajes.
    Siempre hay algo, sino todo, en nuestras manos.

  10. Zeta Says:

    Y si, debe ser terrible llegar a una ciudad viniendo de otra en la que no hay pobres, villas, miserias, homicidios, inundaciones, y un Estado ausente. San Clemente, la suiza argentina.

  11. laenananegra Says:

    No sé muy bien qué sucede con el resto de las artes en Buenos Aires pero el fuego creador que animó a los músicos de otros tiempos está extinguiéndose. Sin embargo, vivir en la ciudad ofrece la posibilidad de apreciar las pequeñas brasas que todavía arden, de no caer en la angustia del Apocalipsis.
    Sin ir más lejos, ayer, en el Gran Rex, sucedió algo milagroso: el violinista Fernando Hasaj –que hace sólo dos semanas tocó unas inanimadas versiones, sin revisar ni ensayar, de los grandes éxitos del barroco, en un aburridísimo concierto con la Camerata Bariloche que él dirige– y la orquesta filarmónica hicieron una justa versión del difícil concierto para violín de Alban Berg. Y digo justa y no hermosa porque las condiciones de la sala no eran ideales y gran parte de la belleza de la obra y su interpretación se borroneó por los problemas acústicos (¿cómo puede ser que en Buenos Aires haya una única sala para escuchar música sin amplificar?). Más allá del éxito de la versión me alegró comprobar que Julio Palacio, el nuevo programador del Colón, haya tenido la valentía de incluir para este año una considerable cantidad de obras del siglo XX.
    Aunque cada vez en forma más espaciada, algunos rasgos de humanidad sobreviven en esta ciudad prácticamente ganada por los rinocerontes. Son esos rasgos los que me hacen pensar que no debo huir de ella, que todavía no me llegó el momento de capitular.

  12. Fede Says:

    Flavia, es una alegria encontrarlos en la lectora… Los extrañaba mucho y si deje de leer el Amante no fue porque la revista dejara de gustarme, sino porque no soporto la saudade de no encontrar vuestras notas. Hace dos semanas que volvi de mis vacaciones en el sur y no puedo dejar de tener esa sensacion bladerunneresca que mencionas al ver el Buenos Aires de hoy. Ya tuve la experiencia de alejarme de BA por 3 años e irme al campo, pero extrañe, y volvi. Hoy me encuentro con esa contradiccion de saber que hay una vida mejor que esta ciudad para pocos pero el temor de dejarla. En fin tampoco esto es para hacer analisis publico. Solamente agradecer tus notas que hacen pensar que en este blade runner hay belleza mas «alla del circulo de orion». Gracias

  13. elangustiao Says:

    Para escapar de la miseria humana el único lugar posible es la Chacarita, no el barrio sino el cementerio, y ni así.

  14. Juan Gonzalez Says:

    Discrepo profundamente Sr. Angustiao: para escapar primero hay que amar lo dado, aprender a conocerlo y a comprenderlo de la mejor manera posible. Luego, a partir de ahí, trabajar con todo para dar lo mejor hacia lo que creemos más conveniente. A veces sólo se trata de miradas.

    Sobre el final de Las palmeras salvajes, de Faulkner, dice algo así -no tengo el libro conmigo, mis disculpas por la posible imprecisión-: No es que puedo vivir, es que quiero. (…) Entre la pena y la muerte elijo la pena.

    Un fuerte abrazo y mucha suerte

  15. janfiloso Says:

    enana, después del comentario que acabás de dejar, no vuelvo a debatir de música con vos : 1 algo había oido de fernando Hasaj; 2 no sabía de la existencia de alban berg; 3 mis comentarios de música son desde el gusto, la sensibilidad; 4 mis conocimientos académico-científicos son casi nulos; 5 ERGO me retiro de cualquier debate frente a tamaña erudición;
    P.D.
    (aguante la varela)

  16. elangustiao Says:

    Es usted muy amable, señor González, y agradezco sinceramente sus dulces palabras. ¿Vale la pena elegir la pena de morir y ver morir?
    Un abrazo a todos

  17. laenananegra Says:

    No seas así, Jan, no abandones la pelea conmigo justo ahora que empezaba a tomarle el gusto.
    Yo también argumento desde mi sensibilidad, sólo que, como escuché y escucho mucha música, esa sensibilidad termina convirtiéndose en algo parecido al conocimiento.
    Dale, sé buenito. Ponete a escuchar vos también y –como dice el bolero– peleame, peleame muuuuuucho.

  18. mafalda Says:

    ¡Qué terrible es el ombliguismo que sufren los porteños!
    No sé si habrá otra fauna tan especializada en semejante actividad.
    Buenos Aires es una ciudad cada vez más terrible, ruidosa, excluyente, exclusiva, paranoica, agresiva, etc., etc., y sin embargo los porteños no pueden vivir sin ella.
    Ahora, decime Flavia, cómo se hace para vivir en un médano, de qué se vive en un lugar así. Cómo hace una para «mudarse» de esta ciudad y lograr sobrevivir?

  19. Juan Gonzalez Says:

    Angustiao: Vale la pena estar en el lugar que nos toca, con todo, entendiendo que ése es el mejor de los lugares posibles, sintiendo verdadero y profundo amor por lo dado. La Felicidad, para mí, consiste en eso; la alegría y la tristeza son circunstanciales y pertenecen al ámbito de lo sensible y lo coyuntural; pero la Felicidad es otra cosa, es un estado ontológico y es la Certeza de estar dando lo mejor de uno, desde uno y con las miserias de uno, pero con todo; no hay más, entiendo, que podamos hacer. La Libertad consiste en amar los barrotes y no en pensar qué camisa me pongo -pero el tema es largo-.
    En fin, que creo que uno puede estar muy triste y aun estar feliz porque sabe que ése es el lugar que le toca. Que de otra manera la tristeza sólo crece, aporta su cómoda muerte, su letargo inservible, uno se entrega, y mañana empieza un nuevo día desde el mismo lugar que hoy o peor aun, sin haber dado ningún paso hacia nosotros mismos.

    Demasiado. Le mando un fuerte abrazo y lo saludo a la espera de encontrar otro nick en otras letras. Sé lo que es estar muerto y decir gracias; nunca más nada fue lo mismo.

  20. elangustiao Says:

    Señor González, posee usted un atributo casi inhallable que alegra mi cansado corazón:
    es usted un hombre bueno.

  21. Juan Gonzalez Says:

    Mentiría si no le dijera que se equivoca y sería injusto que intentara contarle lo importante que es para mí esto que me dice; cualquier agradecimiento será poco.

    Hoy, que fue un día difícil, Ud. me ha hecho mejor el camino. Gracias.

    He escrito mucho pero lo he borrado. No puedo aportar más que lo dicho antes: en lo dado está todo lo necesario; de nada sirve que nos peleemos con eso.

    Le deseo muchísima suerte. Ha sido un enorme placer y, una vez más, gracias, muchísimas gracias: mi día termina iluminado; ojalá logre Ud. ese efecto con el espejo.

  22. Adris Says:

    Gracias a Estrella que me regaló el dato de este nuevo tesoro, que es LLP. Realmente extrañaba las artículos de Flavia con sus múltiples reflexiones existenciales, la vida conyugal con Quintín o las notas festivaleras. Es una pequeña felicidad volver a leerlos en este espacio.

    Hace poco, leía una entrevista a Martin Amis, en un Página12 del año pasado, donde hablaba de su vida actual en Punta del Este (su esposa es uruguaya) y la comparaba con la inhabitable Londres. Para Amis volver a Londres era la oportunidad de recargar las pilas, de conectarse con un tipo de energía que sólo tienen las grandes ciudades.

    Y para mí es así, nomás. Con Bue, creo que sucede un poco lo mismo, es inhumana, pero genera una atracción sin igual. Todo el que ha vivido allí puede dar testimonio de eso. Sí, cada vez es más de otros; sí, cada vez es más extranjera con ese exceso de sofisticación y de bienestar que resulta obsceno.

    Lacan decía que la ciudad es un espacio humano donde la naturaleza ha desaparecido. Y creo que eso es lo verdaderamente aterrador.

    Adris

  23. Adris Says:

    Juan González pusiste palabras a sensaciones que tenía de una forma intuitiva. Me encantaron tus reflexiones sobre «nuestro lugar en el mundo».

  24. Juan Gonzalez Says:

    Muchas gracias, Adris. No estoy descubriendo nada, tal vez lo que más valore de mis comentarios es, si se me permite, el valor para dejarlos: no conjuga bien con la Filosofía de estos tiempos hablar sobre ideas para llevar la existencia de otra manera; mucho menos si se habla de Amor al Cosmos y ni hablar si se menciona a Dios (a un Dios del Bien, claro; el del mal tiene un marketing envidiable). Creo que está a la mano de todos acceder a ciertas Certezas acerca de cómo Estar; pero eso lleva trabajo y es más cómodo creerle a un mundo que ofrece una opción muerta pero empaquetada y resuelta.
    Muchísimas gracias, estoy muy impresionado con estas respuestas. Sé que no lo merezco pero eso no me quita la alegría de recibirlo.

    Me alegra enormemente que se sume Ud. a esta página, que es increíble. Me resultó muy bueno su comentario sobre las grandes ciudades; lo comparto.

    Un fuerte abrazo

  25. Jorge Says:

    Juan, son compartibles tus palabras en lo que no es ni más ni menos, según creo yo, la búsqueda del lugar de uno, la de uno mismo. Es bien cierto lo de la circunstancialidad de la tristeza y de la alegría; lo difícil es encontrar esa Felicidad que vos tan bien resumís en ese convencimiento de dar todo de uno, lo difícil es logar ese convencimiento,esa convicción diría yo. Es un trabajo arduo pero necesario para no enajenarse con las imposiciones del «ser» que nos marcan desde afuera; en ese trabajo, entiendo, deberíamos no dejar de apreciar la maravilla que nos rodea, ese cosmos del que hablás y de ese amor por él. En algo de eso andamos todos los bienintencionados.
    Gracias por la mano tan bien tendida al portador de la angustia.

  26. Juan Gonzalez Says:

    Estimado Jorge, una sorpresa y una alegría tenerte por estos lares -creí que andábamos solos con los que me respondían-. Como dije antes, estos temas no parecen ser los importantes en ámbitos filosóficos.
    Entiendo que resulta difícil pensar en ese estado de Felicidad que trasciende lo efímero, que no es «momentos». Al respecto, la respuesta la encuentro en la inmediatez de la búsqueda más sincera, ya que ésta es inherente a la Felicidad. Puedo estar buscando y aún no sentir que acceda a la Certeza de estar en el lugar correcto ni dando lo mejor, pero la Conciencia de esto, los ojos abiertos y alerta frente a esto, las ganas más entregadas, redundan en la Certeza de que uno está donde debe: como puede, pero donde le toca y desde donde debe partir hacia el paso que sigue. Reitero, la Felicidad no es mensurable ni depende de estados concretos, sino de una profunda búsqueda. Mi primer momento de Felicidad fue en el medio de un proceso depresivo que me llevó un año; faltó mucho para que el aire dejara de arder, pero ya no era venenoso, era benévolo, era el aire necesario, y -una vez más- nunca nada fue lo mismo.

    Abrazo para todos los que queden y muchas gracias -me genera mucha vergüenza hablar de estos temas aquí-.

    Por último, como cuando hablábamos de los políticos y del corazón que falta, del espíritu bueno, no podemos dejar de creer en que esto es posible y en que es el único camino que tiene sentido.

  27. Jorge Says:

    Gracias Juan por ser tan abierto; eso conlleva un riesgo y es el de que cuando abrimos nuestro corazón, cuando nos conocen, cuando saben de de nuestras debilidades,- aquellas que todos tenemos- nos puedan moler a palos; pero entonces aparece el riesgo de la inautenticidad de aparentar lo que uno no es para no ser dañado. A pesar de todo es preferible correr el riesgo de ser uno a no ser.
    Dijiste algo interesante: ese «como puede» debe ser internalizado porque da conciencia de límite, y, sin llegar a la resignación, permite la propia aceptación de la situación y utilizarla como base para, como señalás, «partir hacia el paso que sigue».
    Quienes, como vos, hemos pasado por la dolorosa experiencia del «alma en pena» sabemos lo que querés decir.
    Pero, bueno, es un tema que daría para mucho y no se debe abusar del espacio; de todos modos el pensamiento del otro, aunque más no sea un compendio, si se es perceptivo, abierto, puede generar en uno la sana inquietud de seguir en la búsqueda con algún nuevo recurso.
    Un abrazo.

  28. Juan Gonzalez Says:

    No me extenderé porque, como decís, no es el espacio.

    Sólo diré que es Necesario amar el lugar dado porque sólo desde la comprensión de lo dado, de su conocimiento y de su amor, es posible partir hacia donde estamos queriendo. Si así no fuera, sería como pretender correr sin la conciencia de que se llevan muletas. En ese «como se puede» está todo lo necesario.

    Obviamente, está mi direcc. de mail en el sitio y pueden pedirla cuando les plazca.

    Un fuerte abrazo y muchísimas gracias para vos y el resto,

    Juan Gonzalez

  29. Valeria Says:

    ¿ Me ayudan con esta pregunta ? Cuando se hace referencia a «el lugar que nos toca», me sugiere una idea de destino o de lugar dado por algo u alguien…no sé…¿cómo que nos toca?, ¿ no elegimos de un modo u otro?
    Gracias

  30. Juan Gonzalez Says:

    Tu pregunta es interesantísima y con enorme placer te respondería pero, como dijo Jorge, creo que ya no es éste el espacio y no quiero pecar de invasivo.
    Podés pedir a Flavia mi direcc. de mail y charlamos, con vos o con quien fuere, de todo lo que quieras.

    Un grandísimo saludo a todos y dejo abierta esta opción, con muchísimas ganas, para quien quiera tomarla.

    Un fuerte abrazo, Juan

  31. laenananegra Says:

    Caigo nuevamente aquí, en este post, y me encuentro con una conversación a media luz sobre este asunto de la felicidad según el lugar.
    Soy muy mala para las reflexiones y me siento un poco ridícula escribiendo estas frases torpes pero si de amar los barrotes se trata, tengo que decir que en mi caso es el tiempo el que ha conseguido ese milagro. Por lo pronto no recuerdo una década más feliz en mi vida que ésta, la de mis 40. ¿Qué me hace pensar que he sido feliz durante este tiempo en el que, en realidad, sufrí pérdidas dolorosas, pasé momentos tristísimos? Creo que en la base de mi registro de las cosas buenas está mi capacidad actual para valorarlas. Las caminatas por Palermo, las bromas, la música, y la calidez de algunas personas estuvieron siempre sólo que años atrás se ahogaban en las culpas por lo que no había hecho, por la persona que nunca lograría ser y en cambio hoy me llenan de agradecimiento, me alcanzan y me sobran para navegar entre mezquindades propias y ajenas. Hoy cuando el espejo me grita que estoy más vieja, la más pícara de mis miradas le responde “pero un poquito menos estúpida”. No elegí vivir en Buenos Aires –no tuve el gusto de conocer el mundo como para poder jactarme de haber elegido esta ciudad– pero estoy casi segura de que mantedría el mismo diálogo con mi compañero espejo parisino, sanclementino o vienés.

  32. Hipolita Says:

    bueno, che,
    que se han puesto un poco noños
    un poco oshos

  33. Pablo E. Chacón Says:

    parece un intercambio de psicólogas, con todo respeto -no por las psicólogas

  34. estrella Says:

    Negra, estoy con vos. Por eso ya no nos importan las acusaciones terribles de Hipólita (¡oshísticas, che!).

  35. Juan Gonzalez Says:

    Finalmente, sorprendido estaba por que nadie hiciera tal comentario -a lo que me refería anteriormente cuando hablaba de que no es el tono para este espacio-: estaba a la mano, se imponía.
    Sostendré que es mucho más difícil hablar de estas cuestiones que de otras más cultas y en boga, aun cuando estas cuestiones son, seguramente, las últimas en que pensamos antes de que gane la almohada y las primeras que se presentan cuando nos despegamos de ella.

    No he leído Osho así que no puedo hacer comentario alguno aunque infiera que no se trata en sí de este autor. Sí sé que el comentario de La Negra me gustó muchísimo y me pareció muy bien escrito, algo que probablemente falte en los autores de autoayuda así como en tantos otros.

  36. Valeria Says:

    Que cada uno «se ponga» como quiera o pueda…!! (incluído al que denosta al diferente )

  37. Valeria Says:

    Aunque no comulgo con la injuria ni el agravio.

  38. Pablo E. Chacón Says:

    Es lo menos que esperaba de vos, Valeria

  39. Hipolita Says:

    no se pongan así, che, no era injuria ni agravio
    ni me tomen tan en serio:
    no soy tan respetable como ustedes

    Hipólita

  40. Valeria Says:

    Hipólita: Solo quería rescatar el espacio de «la tolerancia» que crea y estructura la alteridad.
    Saludos.

  41. Valeria Says:

    Sólo (con tilde)

  42. estrella Says:

    No es necesario. Con perdón de la expresión.

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