Sobre este y otros espacios
por Tomás Abraham
Soy un hombre nuevo desde que he abandonado mi oficio de escribir en papel. Hasta hace poco tiempo escribía notas, columnas, comentarios, artículos, ensayos, que se publicaban en medios gráficos y daban trabajo a las pasteras. Hoy escribo post en blogs. No se lo agradezco sólo a Gates sino a Quintín.
En un bar de la avenida Pueyrredón esquina Santa Fe, mientras tomábamos un café y hablábamos de mi renuncia como colaborador del suplemento cultural del diario Perfil, y cuando al mismo tiempo pasaban por la televisión del lugar un anodino partido de fútbol que mi compañero miraba de tanto en tanto con desgano –fueron los últimos días que mantuvo cierta cordura, antes de caer en la obsesión incontrolada que hoy todos conocemos– me habló, a la vez que me invitó, al sitio digital Los trabajos prácticos en el que escribía.
Como yo tenía la pluma hirviendo y sin saber dónde ponerla, curioseé por dicha habitación y me encontré con la cálida bienvenida de su inventor Guillermo Raffo. Desde marzo a noviembre escribí unas cuarenta notas de los temas más variados, acompañado por no muchos pero unos cuantos que se sumaban a darle vida a la página. Comenzado el Mundial de Fútbol, Quintín no necesitó viajar a Alemania, le bastó con tomarse un éxtasis potenciado con Viagra, Crack y Fósforo, y durante treinta días comentó todos los partidos. Me sumé con modestia a ese festival futbolero, y al final del desdichado evento, me di cuenta de que habíamos quedado solos en el sitio. Nadie más.
Como está relatado en el breve historial de La lectora provisoria, seguimos escribiendo a la vez que preguntamos, por mi parte un par de veces, qué sucedía en esa tierra disecada que parecía diezmada por una plaga de langostas. El silencio fue abrumador. Nadie quería escribir. Pensé que quizás algunas escaramuzas e irreverencias respecto del poder de turno podían haber ofendido los nervios ideológicos de algún notero, pero al no tener respuesta, mi presunción quedó en mi imaginación.
Guillermo Raffo decidió cerrar el sitio, me sentí despedido, pregunté cuál era el motivo del cierre, y respuesta extraordinaria de parte de su mentor, me contestó que no tenía la menor idea. Posiblemente, yo no era quién, ni la persona indicada, para que le transmitieran nada. No era de mi incumbencia, tan sólo había escrito cuarenta notas gratis durante nueve meses.
Para la despedida final de dicho lugar, el mentor del mismo invitó a los viejos colaboradores a despedirse, y ahí sí aparecieron algunos desaparecidos. Notas de recuerdos de infancia, cuestiones personales poetizadas esforzadamente, cartas de lectores, ni sé cómo se dice, comments of readers o algo así, en los que se besaban y felicitaban mutuamente… me di cuenta de que estaba algo desfasado.
Parecería que los blogs son operaciones a corazón abierto. Se dice lo que se siente y al instante. No importa tanto el estilo literario, aunque la vanidad por lo general manda, sino el desparpajo y el toque íntimo e inmediato de la transmisión. Así periodistas y cronistas profesionales escriben posts (se parece por el sonido a la palabra “culo” en idish) en los que dicen lo que jamás se atreverían en un medio gráfico. Caretean en el papel y ponen el pecho en el blog.
Los lectores activos mandan su participación en las que es habitual leer denigraciones, insultos, cargadas, eufóricas felicitaciones, que hacen recordar a veces a las intervenciones de los oyentes de la radio, esos que dicen, ¡qué suerte que sos como sos Longobardi! Otros tienen la valentía verbal de Baby Etchecopar.
Cuando con Flavia y Quintín quisimos tener nuestro lugar, invitar a otros a escribir, etc, pensamos que entre un diario, una revista cultural, un libro, y La lectora provisoria, no habría diferencia de trato, esmero, trabajo, consistencia, legibilidad, y pulmón invertido.
Desde mi labor no considero que el blog sea un sitio de paso ni una alcoba privada. Es un medio público con efectos en la sociedad. Cada uno es responsable de lo que dice, y su esfuerzo y disciplina evitan que se convierta en una cloaca para desagotadores. No somos punk, ya pasamos la edad. Hay ensayos largos y notas cortas. La lectora provisoria es para lectores. El envase es el de una revista literaria. Tan mediocre como eso. Para los ávidos de nuevas excitaciones, les vendrá bien y se cansarán pronto. Hay quienes dedican su tiempo al zapping blogeador. Todo sirve para contrarrestar al caníbal Cronos. Pero aquí, los que escribimos, ¡estamos comprometidos con la realidad! Sí, como decía Sartre en 1947. Y educamos, somos educadores, no maestros ciruela, sino transmisores de ideas. Aprovechen que es barato.
Hubo un pedido de moderación para no caer en la chabacana guaranguería de otros lugares en los se hacen los piqueteros de la web de un modo lastimoso.
Por eso, se me ocurrió que para mantener el blog con el nivel adecuado de los posts que se escriben, y de los comentarios de los lectores que nos siguen –para agregar palabras, decir lo que piensan, criticar, reírse, acompañar– no publicaremos todo lo que se les venga en mente, en especial degradaciones, insultos y eructos con forma gramatical. No tenemos ganas de que después de una nota de quien sea, aparezca un seudónimo –ésa es la moda, los que escribimos ponemos nombre y cédula, otros nombres de fantasía– que diga que podemos enterrarnos vivos y que otro le diga que es un asqueroso.
Auguri a tutti
Foto: Nina
febrero 8, 2007 a las 6:51 pm
Me siento aludido, sobre todo por la mención al «asqueroso». Pero yo no dije que nadie se enterrara vivo. Y sí, supongo que es molesto firmar y que otros digan cosas sin mostrar su nombre real, pero son las reglas del blog. De todos modos, para que nadie se sienta incómodo en este medio tan novedoso, blanqueo mi nombre: Alejandro Rubio, domicilio en capital, sexo masculino, 40 años. No soy famoso, así que no sé para qué sirve que lo diga, pero bueno.
febrero 8, 2007 a las 7:06 pm
La moderación de comentarios es desgraciadamente la única opción en un sitio que aborda ciertos temas; si no, tarde o temprano terminan eliminándose completamente, con lo que se pierde una de las características más atractivas de este formato. A propósito, visto el caudal de comentarios que ya se ha generado, para la comodidad del lector sería interesante que habiliten la opción que les da wordpress de agregar los últimos realizados en la columna de la derecha.
febrero 8, 2007 a las 10:20 pm
Bueno Tomás que somos muchos los que leemos la lectora provisoria y no tenemos pretensiones-comportamientos de oyente de Radio 10.
Saludos.
febrero 9, 2007 a las 1:15 am
Agrego que para muchos lectores de blogs (como yo) es una ocupacion no solo grata sino incluso mas importante que el tiempo dedicado a medios graficos & otros, por lo que agradezco a uds que hayan decidido compartir su trabajo intelectual en la blogsfera. Espero los comments sumen a ese trabajo.
febrero 9, 2007 a las 12:38 pm
en la misma proporcion de pobreza, cortedad o paja de casi todo lo q nos rodea, un texto puede ser muchas cosas, pobres, por lo general. cuando en un texto, post, ensayo, lo q sea, se percibe el pulmon, la experiencia, la casi casi generosidad y el abanico inenarrable de experiencias lucidas q transmite cualquier texto q se sostiene a si mismo por la calidad del autor, ahi nace, innecesariamente, el comment del lector o la lectora q en un gesto casi casi chupamedia necesita transmitirle al autor q alli donde el pone su investidura hay receptor
febrero 9, 2007 a las 7:12 pm
La oferta de infinita y uno se queda con lo que le gusta. También publiqué algo en TP (no 40 como vos, exagerado) pero disfruté del aroma del lugar, y también me gusta el aroma de éste, así que las reglas de la casa, son las reglas de la casa y a pelarse.
febrero 11, 2007 a las 8:04 pm
Ojala la regla «no publicaremos todo lo que se les venga en mente, en especial degradaciones, insultos y eructos con forma gramatical» se ponga en practica y que inclusive los jefes la respeten. El joven Quintin tiene un raro talento para la descalificacion y los lectores lo quieren pelear, con la consecuente baja en la calidad literaria del sitio. Leo muy a menudo la palabra «canalla». Aunque sea habria que buscar sinonimos.
Es un placer casi cotidiano entrar en vuestro sitio. Me gustan sobre todo las notas generosas: la de Quintin sobre Riquelme, las de Flavia sobre sus lecturas, la de Tomas con el dialogo con Borges. A Quintin le pido mas generosidad en sus criticas. Al fin y al cabo, Schumann era un critico musical generoso, aunque a veces denostaba a quienes consideraba nefastos. Y, leyendo algo de lo que se publica actualmente, las cosas son menos negras de como el las pinta. Y lo mismo con el gobierno, no? Si no, se corre el riesgo de quedarse sin palabras para cuando venga algo peor. Y perde cuidado Quintin que ya vendra algo peor.