Por una nueva novela

Sobre literatura, fútbol y otras cuestiones

por Tomás Abraham

Hoy la literatura nace en todas partes menos en los libros literarios. Ni en los cuentos, ni en las novelas, no hablemos de la poesía. La literatura con su magia del había una vez, de la sorpresa de lo maravilloso, de la coincidencia de lo absurdo y del espectáculo circense, se multiplica en el mundo pero no en los libros de los escritores.

Los libros de los escritores que quieren zafar de la verosimilitud no logran construir ni una sola imagen con caudal hipnótico. Son letras con sentido, les sobra sentido. Cuanto más disparatados quieren parecer, más cuerdas, sensatas, prefabricadas y moldeadas resultan sus historias. Literatura de costureras, de cortadoras, toda la imaginación parece estar al servicio de algún premio literario. Sufren de exceso de gramática.

Si Aira impone su talento, es por su inteligencia, por sus hallazgos cerebrales. Cuando están ausentes, no pasa nada, las letras se zambullen en un pantano tibio, y nos aburrimos con él. Pero literatura de la buena surge con un sin querer. Es por la gente que no tiene las pretensiones de “ser escritores”, que no están pendientes de la opinión del consorcio de los peinadores de palabras, es gracias a ellos que aparece la verdadera novela.

Hablemos de fútbol. No pasa nada. El mundo del deporte más hermoso del mundo está huérfano. Si hablamos del fútbol argentino, su sequía es tal que no hay oasis que lo refresque. Y, sin embargo, la inventiva de los medios de comunicación, que llena las horas diarias de palabras descriptivas de la nada, es asombrosa. Absolutamente desopilante. Sólo Fellini tenía el talento para apreciar la belleza del arte que nace en el nowhere land.

En el programa, cada día mejor, de Fernando Niembro, todos los días por la 910 AM, que de dos horas se extenderá a tres por día, milagro de milagros, darse tela ciento ochenta minutos sin tener tema, inventando todo el tiempo, mintiendo bastante, creando intrigas inconclusas con un resto para mañana, exponiendo el drama y la trama de los negocios secretos de la compraventa de ilusiones, escucho algo insólito.

Todos conocemos el interés que tiene Boca por Leonardo Gracián, el enganche del Monterrey de Méjico que antes deleitaba a los velezanos. Bien, esto es cosa sabida, en el programa de Niembro, el Flaco Rinaldi, un personaje que haría las delicias de más de un debutante literario sin editor reconocido, entrevista a la mamá de Gracián. La señora que dio a luz al talentoso entreala hace veinticuatro años, mantiene un diálogo con el Flaco Rinaldi en el que llega a las lágrimas. Habla en nombre de los jóvenes argentinos, de la importancia de ser feliz, de la fragilidad del jugador de fútbol, advierte a los padres por la responsabilidad que les compete, el Flaco con su voz nasal interviene con su arte magistral de decir banalidades con la frialdad que lo distingue: “la escucho emocionada, señora…”

torta

Un genio, sólo un genio puede inventar una frase así. Mientras tanto recuerdo la entrevista que le hicieron al niño Leonardo por TV Cable la semana pasada y que manifestaba lo bien que lo trataban y lo bien que se sentía en tierras aztecas. Ahora la madre nos hablaba de la desdicha de su hijo, de su soledad, de la necesidad de atravesar todo el continente para ir a socorrerlo, tanto amor, tanta belleza, arte, sólo arte.

Hay tanta literatura dando vueltas que nuestros ojos no dan abasto. Ver a Isabelita demorada en una dependencia madrileña, disfrutar de los comentarios de todos los que se autoaplauden porque la justicia y la verdad al fin llegan, leer un ensayo de filosofía recién editado en una pequeña editorial valenciana: La triple K (Kant-Kierkegaard-Kafka) del semiólogo húngaro Gyuri Kalamesh, todo esto me reconcilia ya no sólo con la literatura, sino con la vida.

9 respuestas to “Por una nueva novela”

  1. maiakovski Says:

    Abraham, ¿de qué hablás? ¿Qué son estas tediosas y chirles declaraciones de amor al mundo de los mass media hechas desde el segundo grado de un intelectual que leyó a Foucault pero no le da para pensar la realidad como él? Me hacés acordar a las chicas de Puán que escriben en el Interpretador, con su arrobamiento ante las frases disparatadas de las vedettes. Vos sí que nunca entendiste de qué se trata la literatura, papá. Espero tu próximo post especificando sobre el estado inerme y aliterario de la poesía actual, a ver si sabés algo o sólo te guías por lo que aparece en La Nación, el diario artístico donde solías colaborar.

  2. Kill Says:

    se lo nota emocionado Tomás.

  3. P. C. Says:

    Me parece obvio que el artículo de Abraham es irónico.

    Por lo menos desde donde dice «Hablemos de fútbol… » hasta «Hay tanta literatura dando vueltas… «.

  4. maiakovski Says:

    Ah, si es puramente irónico es mucho menos interesante. De ironías estamos llenos, no hay nada más fácil que ironizar.

  5. la condesa sangrienta Says:

    Me perdí… no hallás literatura en «los libros de escritores» que quieren «zafar de la verosimilitud» ¿a cuál verosímil te referís? ¿a la imitación platónica o la mímesis aristotélica? si las letras tienen sentido, no le rajan a la verosimilitud. Además, lo verosímil es una construcciòn social que cambia según épocas y/o culturas.
    La literatura surge en un «sin querer» sólo en pocas ocasiones. Generalmente es una construcciòn lenta y pensada que simula ser ràpida y espontánea. «El espantapájaros» de Girondo, por ejemplo, puede parecer una loca revoleada de palabras y, sin embargo, tiene una sólida estructura literaria que se armoniza y consolida en la espacialidad.
    Es como querer comparar a Picasso con un mono revoleando pintura sobre una tela blanca.
    Bueno, eso. Me gusta el blog porque puso en funcionamiento algunos resortes de mi cabeza, adormilados por el calor y el ruido de las olas.

  6. Carlos Eguía Says:

    Bueno Tomás, se nota que estás chochísimo con aira, el universo todo. Si agarramos un trazo interesante es como un planeta azul y rebosante de vida, nois divierte, sino no pasa nada como en el vacío intergaláctico donde nos aburrimos. Rascándome la panza y humildemente mirando mi ombligo yo te recomendaría mi novela, la plancha de altibajos, editorial paradiso 2006, para dejar de acompañar a aira cuando no pasa nada y mandarte a otro libro de literatura, darle una oportunidad a otra despensa del barrio o a otro… ponele kiosco, el kiosquito de eguía. Después si dejate inundar por la realidad de los medios que para vos es tan literariamente brillante. Digo para ampliar la perspectiva. Un saludo.

  7. Pablo E. Chacón Says:

    Tomás, Eguía tiene razón. Además de su novela, que es excelente, quisiera recomendarte dos novelas de un tipo que seguramente oíste nombrar pero ignoro si leíste: se llaman «Infancia» y «Juventud». El autor es John Maxwell Coetzee.

  8. Juan Gonzalez Says:

    Para una nueva novela necesitamos un nuevo punto de partida donde los vivillos tengan menos espacio, y no por censura sino por hartazgo de su público. Por otro lado, el sistema editorial y su realidad tibia y patotera.

    El problema no está en la televisión que se ofrece, sino en que es consumida. Con la literatura no creo que pase algo muy distinto.
    De todos modos, no comulgo con el maniqueísmo ni con las definiciones de tipo «ya no hay nada». Hay buenos y malos, para algunos y para otros, hoy como siempre.

    En definitiva:
    *Se prefiere la crítica a la lectura y al aporte.
    *La idea de otro no le interesa a nadie.
    *La culpa es del Otro.
    *Lo que pasa con los medios es penoso: no me resulta gracioso y no creo que ahí encuentre la pata que le falta a mi inteligencia.

  9. Humbert Humbert Says:

    Abrahan: lo que decís es una especie de Gombrowiczismo recalcitrante, sin el genio de Witoldo. Te desmiente toda la poesía del 90 y los textos nuevos de Eguía, Casas, Cucurto, llach, Smicht y demás.

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